El acoso escolar es una forma de violencia que se produce a partir de las relaciones que desarrollan los niños durante su vida escolar. Esto supone repercusiones negativas en su desarrollo, aprendizaje y bienestar. En este post te contamos todo lo que necesitas saber para proteger a tus hijos del bullying.
Se trata de un tipo de comportamiento violento e intimidatorio, ejercido de manera física, verbal o psicológica entre niños y adolescentes, durante la etapa escolar.
Comprende una serie de maltratos continuos, llevados a cabo de manera intencional por uno o varios agresores, con el propósito de generar inseguridad o entorpecer el desenvolvimiento de la víctima.
El bullying suele efectuarse contra estudiantes sumisos, inseguros, con baja autoestima y con dificultades para defenderse. Suele comenzar con burlas que se intensifican hasta provocar daños psicológicos y emocionales en el individuo afectado.
- Bullying verbal: Es realizado a través de insultos, burlas, apodos, chismes, rumores, amenazas y humillaciones que afectan psicológicamente a la víctima, y que conllevan a la discriminación.
- Bullying físico: Incluye todo tipo de agresiones físicas como golpes, patadas o empujones, que pueden ser ejecutadas por uno o varios agresores.
- Bullying social: Busca aislar o excluir al niño o adolescente de un grupo, a través de la discriminación social o económica.
- Ciberbullying: En este caso, el agresor se vale de las redes sociales y de otros recursos tecnológicos, para hostigar a la víctima y enviar mensajes falsos.
-Bullying sexual: Se trata de un tipo de asedio de connotación sexual, o abuso en los casos más graves.
Existen una serie de señales que, como madre o padre, puedes identificar y que te dirán si tu hijo o hija puede estar sufriendo bullying:
Tanto los padres como familiares de los escolares no tienen la capacidad de modificar o controlar directamente las acciones de los demás, ni tampoco las de sus hijos. Esto quiere decir que es difícil evitar directamente que los niños o adolescentes vivan una situación de acoso concreta.
No obstante, se puede trabajar todo desde la prevención. De manera que, si nuestro hijo o hija se encuentra en una situación de acoso, tenga alguna herramienta para salir de ella. Esto evitará que la situación se vuelva crónica y, por lo tanto, los daños sufridos serán menores. La prevención también puede ayudar a que si nuestro hijo o hija es conocedor de una situación de acoso, sea capaz de ayudar a la víctima.
– Rechazar todo tipo de violencia. Puede que este punto parezca algo obvio, pero en ocasiones, también los adultos estamos acostumbrados a la violencia y tendemos a restar importancia a estas situaciones.
Frases como: “no es para tanto”, “lo que hace X no está bien pero tampoco hay que tomarse las cosas tan a pecho”, o “son cosas de niños”, normalizan situaciones de agresión que no deberíamos aceptar. Los casos graves de violencia se inician con actos de violencia menores, que poco a poco se intensifican.
– Fomentar las relaciones de confianza, en lugar de relaciones de control. Es importante establecer un vínculo seguro con los hijos. Que entiendan que la familia o el hogar es un lugar seguro, donde pueden expresarse y recibir apoyo. Esto no es incompatible con el establecimiento de normas. Las relaciones entre padres e hijos cambian con el tiempo. Al principio, debe predominar el establecimiento de normas, pero con el crecimiento debemos trabajar la negociación y el establecimiento de acuerdos.
– Educar sobre qué es la violencia. Es de gran importancia indicarles a nuestros hijos qué es la violencia, para que sepan identificarla. Violencia es que te insulten, que te menosprecien, que te sientas obligado a hacer algo que no quieres hacer, que te impidan jugar, hablar o ir a un sitio, o que alguien tenga contacto físico contigo si tú no quieres.
– Mostrar empatía y ayuda a la víctima. Es importante que los niños y jóvenes sepan qué hay que hacer en situaciones de acoso o de posible acoso. Tenemos que darles muchas alternativas, de manera que tengan suficientes herramientas para actuar.
En ocasiones, algunos padres y madres temen que sus hijos puedan resultar dañados si se oponen a una situación de acoso escolar. En ningún caso la recomendación es enfrentarse con el agresor sino defender a la víctima.
Esto puede hacerse de muchas maneras, como por ejemplo decir “deja en paz a (la personas acosada)”, ir a buscar a un adulto que pueda intervenir sobre la situación, acompañar o calmar a la víctima después de la situación de acoso y, sobre todo, contar a todos los adultos posibles (como profesores y familia), lo que está ocurriendo, tratando de respetar la exposición y la privacidad de la víctima tanto como se pueda.
Las situaciones de acoso escolar son complejas y difíciles tanto para los niños como para sus familias. Todas las personas que se ven inmersas en estas situaciones dudan sobre qué hacer exactamente ante ellas. Tener información es el primer paso para solucionar estas situaciones. Haber leído este post e implementar lo que dice es un gran comienzo.
También puedes asesorarte en tu comunidad sobre grupos de prevención, apoyo y contención que trabajan con el tema, así como recurrir a profesionales si es necesario.
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