
En el primer semestre de 2025, Ecuador registró 4.619 homicidios intencionales, un aumento del 47 % respecto al mismo periodo en 2024 (OECO, 2025).
Si extendemos la mirada, entre enero y julio de ese mismo año ya se contabilizaban 5.268 muertes violentas, lo que implica un promedio de casi 25 asesinatos diarios (Radio Pichincha, 2025).
Detrás de cada número hay una historia, una familia que enfrenta el dolor y la incertidumbre. No es un tema lejano, es algo que puede tocar a cualquier persona, en cualquier ciudad.
La violencia no solo golpea a nivel social, también tiene un impacto profundo en el día a día:
Este panorama nos recuerda la importancia de contar con apoyo y estar preparados, no porque lo deseemos, sino porque puede suceder en cualquier momento.
No se trata de vivir con miedo, sino con ojos abiertos. Identifica zonas o momentos de riesgo: horarios nocturnos, rutas inseguras, eventos con afluencia elevada.
Mantén canales abiertos: comparte tu ubicación con alguien de confianza cuando salgas tarde, usa aplicaciones seguras de transporte, diversifica tus rutas.
Fortalece tu círculo de confianza: amigos, vecinos, grupos comunitarios. Saber que hay al menos una persona que puede intervenir o responder es un soporte real.
En casa, tener planes de emergencia (“qué hacer si…”), contactos de seguridad locales, números priorizados.
Tener papeles al día (identificaciones, seguros, testamentos) no garantiza la seguridad, pero facilita trámites en momentos críticos.
Planificar con antelación ciertos procesos —por ejemplo, servicios funerarios o exequiales— marca una diferencia cuando la urgencia toca la puerta.
En un contexto de violencia, ofrecer un respaldo integral es un acto de responsabilidad humana y organizacional. Aquí algunas claves:
Cuando ocurre una pérdida, la velocidad con la que se actúa puede marcar la diferencia emocional. Tener un protocolo claro (notificaciones, roles, acciones iniciales) evita confusión.
Un plan exequial no es solo un servicio para “cuando pasa lo peor”. Es una red de soporte que asume trámites, logística y acompañamiento, aliviando a la familia y al equipo humano.
La forma de comunicar la pérdida, tanto internamente como hacia clientes o aliados, debe tener claridad, empatía y respeto. Un mensaje mal formulado puede agravar el dolor.
Simular protocolos (sin dramatismo) ayuda a que el equipo sepa qué hacer. Formación en primeros auxilios psicosociales, guía de respuesta, simulacros cortos pueden marcar diferencia real.
Porque sabemos que no basta con desear “apoyo”, en Armony hemos diseñado un sistema que acompaña:
Nos comunican el fallecimiento y activamos inmediatamente los pasos logísticos y humanos.
Trámites legales, traslados (incluyendo interprovinciales si aplica), arreglo corporal, planificación del servicio y asesoría constante.
Nos encargamos de la logística, del ambiente respetuoso, del servicio religioso o de culto elegido, arreglos florales, cafetería, acompañamiento.
Coordinamos el traslado en carroza, espacio en nicho o bóveda, cremación (si es parte del servicio) con urna, columbario si aplica.
Opciones para mantener viva la memoria: mensaje digital, libro de condolencias, árboles conmemorativos, personalización de ceremonias, entre otros.
Este modelo está pensado para que la empresa y la familia no tengan que improvisar en medio del dolor. Que puedan dedicarse al recuerdo y la contención, mientras nosotros asumimos lo operativo.
No se trata de pronosticar tragedias, sino de reconocer una realidad y asumir que la prevención y el respaldo no están de más: están en lo esencial.
Cuando hablamos de proteger a quienes más amas, no es una opción moral: es una decisión consciente. Que cada paso, cada compromiso, cada cobertura, construya certezas frente a lo inesperado.
Tu vida, tu familia y tu equipo merecen más que palabras: merecen que tu preparación hable por ti.
Topics: Personas
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