Hablar de la muerte con los niños puede sentirse como un reto enorme.
A veces no sabemos por dónde empezar, qué palabras usar o cómo responder a sus preguntas. Sin embargo, cuando evitamos el tema, los niños se quedan solos con sus miedos e imaginación.
La buena noticia es que no tiene por qué ser una conversación fría ni traumática.
Existen libros, películas y actividades pensadas especialmente para acompañar el duelo de manera respetuosa, amorosa y honesta.
En este artículo encontrarás recursos concretos y fáciles de usar, para que puedas acompañar el proceso de duelo de un niño sin sentir que tienes que ser “experto” en el tema.
Los libros infantiles pueden ser un puente muy poderoso: ponen en palabras lo que a veces nosotros no sabemos cómo decir y permiten que el niño se identifique con personajes que también están viviendo una pérdida.
Algunas recomendaciones que distintas guías y listados internacionales señalan como útiles para el duelo en la infancia son:
When Dinosaurs Die: A Guide to Understanding Death
Ideal para niños pequeños que empiezan a hacerse preguntas sobre la muerte.
Explica de forma simple qué significa morir, qué pasa con el cuerpo y cómo se sienten las personas que se quedan.
Puedes leerlo poco a poco e ir deteniéndote para preguntar: “¿Tú qué piensas?”.
The Memory Box: A Book About Grief
Este libro combina historia y actividad: invita a crear una caja de recuerdos con objetos, fotos o notas sobre la persona que falleció.
Es especialmente útil para niños que necesitan “hacer algo con las manos” mientras hablan de lo que sienten.
Además de estos títulos, muchas bibliotecas y librerías ofrecen versiones en español o libros locales sobre duelo infantil. Algunos consejos al elegir:
Revisa que el lenguaje sea sencillo y respetuoso.
Prefiere historias que no minimicen las emociones (“no llores”) sino que las nombren y validen.
Si es posible, busca libros que muestren realidades cercanas al niño (familias latinoamericanas, contextos parecidos, etc.).
No se trata de que el libro “solucione” el dolor, sino de que abra conversación y le dé al niño permiso para sentir y preguntar.
Las películas pueden ser una gran puerta de entrada para hablar del duelo, porque permiten que los niños vean cómo otros personajes viven una pérdida, recuerdan a sus seres queridos y siguen adelante.
Algunas opciones que puedes considerar (siempre adaptando según la edad y sensibilidad del niño) son:
Coco (2017)
Basada en la tradición del Día de los Muertos, muestra cómo el recuerdo mantiene presentes a quienes ya partieron.
Puede ser una excelente forma de hablar sobre la importancia de recordar, de los altares, las fotos y los rituales familiares.
El libro de la vida (2014)
Explora la muerte desde un enfoque colorido y simbólico, hablando de legado, historias familiares y memoria.
Puede ayudar a que el niño entienda que recordar también es una forma de amor.
Un monstruo viene a verme (2016)
Una historia intensa sobre un niño que enfrenta la enfermedad y posible muerte de su madre.
Es más adecuada para niños mayores y adolescentes, porque muestra emociones complejas como la rabia, la culpa y el miedo.
Up (2009)
Aunque es una película de aventura, el inicio muestra una historia de amor y pérdida.
A partir de ahí se puede hablar de cómo alguien puede sentir tristeza pero también encontrar nuevas formas de vivir.
Valentina o la serenidad (2023)
Relata el proceso de una niña que pierde a su padre y recorre un viaje emocional para entender lo que pasó.
Puede ayudar a niños que han vivido una pérdida similar.
Al usar películas: Míralas junto al niño, no lo dejes solo.
Pregunta al final: “¿Qué sintió el personaje?”, “¿Te has sentido así alguna vez?”.
Valida sus reacciones: si llora, si se muestra confundido o si no quiere hablar en ese momento.
Además de libros y películas, es muy útil ofrecer actividades concretas que ayuden al niño a expresar lo que siente y mantener un vínculo sano con la persona que murió.
Algunas ideas:
Preparar juntos una caja donde el niño pueda guardar:
Fotos
Dibujos
Objetos que le recuerden a la persona
Cartas o notas
Puedes decirle: “Esta caja es un lugar seguro para guardar todo lo que te conecta con esa persona. Cuando la extrañes, podemos abrirla juntos.”
Los rituales ayudan a darle forma al dolor y a darle un espacio concreto.
Encender una vela (siempre con supervisión adulta) y dedicar un pensamiento o frase.
Plantar una flor o árbol en memoria de la persona.
Preparar una comida que solían disfrutar juntos y contar anécdotas mientras la comparten.
En familia, cada persona dice o dibuja un momento bonito que vivió con quien falleció. Pueden luego pegar esos recuerdos en un mural, cuaderno o cartulina que quede en casa.
Después de un libro o película, abrir un espacio para hablar:
“¿Qué crees que sentía este personaje?”
“Si tú estuvieras en su lugar, ¿qué harías?”
“¿Hay algo de esta historia que te recuerde a lo que estás viviendo?”
Más que encontrar “las palabras perfectas”, lo más importante es que el niño se sienta acompañado. Algunas frases que ayudan:
“Lo que sientes es válido.”
“Es normal extrañar.”
“Podemos llorar y también podemos reír al recordar momentos bonitos.”
Acompañar el duelo de un niño puede remover también tu propio dolor.
Es importante recordar que no necesitas tener todas las respuestas: ofrecer presencia, escucha y pequeños rituales suele ser mucho más poderoso que cualquier discurso perfecto.
Los libros, películas y actividades son herramientas que vuelven más concretos temas difíciles.
Les permiten a los niños (y a los adultos) entender que recordar no es quedarse atascados en el dolor, sino seguir amando de otra manera.
Si en algún momento sientes que el niño está muy sobrepasado, o tú mismo lo estás, también es válido buscar apoyo profesional.
El duelo no se “cura”, pero sí puede ser acompañado con cuidado, verdad y mucha ternura.