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Tres funerales masivos en Ecuador

Escrito por Armony | Apr 25, 2025 4:15:00 PM

Estas despedidas marcaron la historia reciente de nuestro país. Algunas despedidas no son solo privadas: se vuelven públicas, históricas, colectivas. Estos tres funerales masivos en Ecuador marcaron épocas distintas y mostraron cómo el país se une en el dolor cuando se va alguien que lo representa. 

Un presidente, un futbolista y un cantante. Aquí recordamos tres velorios históricos en Ecuador que siguen vivos en la memoria nacional.

 

Jaime Roldós Aguilera (1981): el funeral de la democracia

 

El 24 de mayo de 1981, el Ecuador se detuvo. Jaime Roldós, presidente de la República, murió en un accidente aéreo junto a su esposa y comitiva. Su muerte marcó a una generación que veía en él la esperanza democrática tras el fin de los regímenes militares en el país.

 

Su funeral, en Guayaquil, reunió a miles que salieron a las calles con banderas y lágrimas. Fue una despedida con rabia y dolor, pero también con la certeza de que su legado no sería olvidado.

 

Carlos Muñoz Martínez (1993): el ídolo que partió demasiado pronto

 

Era el 26 de diciembre de 1993 cuando la noticia sacudió al país: Carlos Muñoz, figura de Barcelona Sporting Club y de la selección ecuatoriana, había fallecido en un accidente de tránsito. Tenía solo 28 años.

 Su funeral, en Guayaquil, fue multitudinario. Más de 100 mil personas lo acompañaron, muchas con la camiseta amarilla, muchas en silencio.

 Fue una despedida a un futbolista que, más que goles, dejó ejemplo y cariño.

 

Julio Jaramillo (1978): el cantor del pueblo

  

Julio Jaramillo murió el 9 de febrero de 1978, y el Ecuador y el mundo lo lloraron.

Su música había llegado a cada rincón del mundo de habla hispana, al punto que otros países disputan su nacionalidad. Pero era el más ecuatorianos de todos.

 No importaba la edad, el lugar o la clase social: todos sabían quién era el Ruiseñor de América.

 

Su funeral en Guayaquil fue una romería espontánea, con miles de personas cantando sus canciones, dejando flores y llorando a un hombre que había hecho de la tristeza un arte. El poeta Fernando Artieda inmortalizó el masivo funeral de Jaramillo con un poema llamado Pueblo, fantasma y clave de Jota Jota.

 

En él, Artieda relata el fervor popular al despedir a su ídolo. “Dos días con sus noches lo velamos en el estadio”, dijo el Poeta.

Aún hoy, su tumba recibe serenatas cada año. No hay despedidas pequeñas. A veces una familia, a veces un país entero. En Armony estamos para acompañar con respeto, humanidad y cuidado. Porque despedirse bien es parte de honrar la vida.