El impacto del tiempo en momentos de duelo.

El tiempo. El tiempo es subjetivo a la percepción humana, todos tratamos de vencerlo y no recordamos que perder es parte de la vida, en uno u otro momento. Y eso es lo que más le duele a los humanos, las pérdidas: la pérdida de la juventud, la pérdida de la libertad, la pérdida de un amor no correspondido, la pérdida de un ser querido...

Dicen que el ser humano se adapta por naturaleza, que es maleable y se ajusta al cambio, lo acepta. Pero, cuando llega ese momento en el que nos damos cuenta que las cosas y las personas no son eternas, que no duran para siempre... En ese momento es cuando, en muchos casos, el mecanismo psicológico de defensa conocido como negación, cuyo poder consiste en borrar de nuestra mente aquellas realidades que nos resultan dolorosas o incómodas, aparece y aleja de nuestra conciencia la realidad de que no podemos controlar a la vida, controlamos nuestras acciones y decisiones, el tiempo de nuestra vida es impredecible e incontrolable.

Tal vez no haya una receta secreta que facilite aceptar los momentos difíciles en nuestras vidas pero, como lo mencionamos anteriormente, sí tenemos un mecanismo que nos hace capaces de afrontar y superar estas situaciones: capacidad de adaptación. La adaptación es algo natural en seres humanos, pero que usualmente no se la trabaja ni se la interioriza. 

Nosotros nos hemos convertido en seres de inmediatez, que tenemos la necesidad de gratificación inmediata. Queremos dejar de sufrir rápido, olvidar rápido, encontrar sustitutos rápido… Y si no es así, sentimos que estamos haciendo algo mal. Nos sentimos culpables, esto nos lleva a una búsqueda incansable del bienestar, a forzar nuestro cuerpo, y a no permitirle lo que realmente necesita: tiempo. Tiempo para avanzar, tiempo para adaptarse, tiempo para plantearse estrategias e irlas mejorando, para pasar por los estados emocionales naturales que nuestro cuerpo necesita.

Por esto estamos aquí, a acompañarlos y a ayudarlos a afrontar el proceso de asumir la pérdida o el proceso de duelo. La vida no está echada, aprendamos a ver más allá y a pensar en lo que puede pasar. El tiempo es parte del proceso y el proceso es parte del tiempo, tomemos conciencia de lo que se debe hacer para vivir la vida con más tranquilidad, con menos ansiedad, con menos inseguridad y con más confianza. Aceptemos que nuestra vida es imprescindible e incontrolable, lo único que nos queda es apreciar, aprender y agradecer.

Como personas debemos aprender a adaptarnos a los retos que tenemos enfrente para aprender que, si se afronta y se aprende, siempre nos espera algo mejor.